En Irán está en marcha una brutal campaña de detenciones, torturas y ejecuciones. Se trata de una emergencia. La vida y la dignidad de cientos de prisioneros políticos están en un peligro inminente y mortal.
A partir de octubre de 2020, la República Islámica de Irán (RII) lanzó una ola nueva y masiva de detenciones arbitrarias en contra de los activistas en pro de los derechos laborales, humanos y de las mujeres; intelectuales y artistas disidentes; manifestantes y revolucionarios; y miembros de minorías religiosas y oprimidas.
A muchos de éstos la RII los está torturando, recluyendo en régimen de aislamiento y privándoles de derechos legales, asistencia o ayuda médica, mientras intenta forzar “confesiones”, lleva a cabo farsas de “juicio” y realiza brutales latigazos.
Amnistía Internacional ha condenado a Irán, que ejecutó a 246 personas en 2020 y quizá más en 2021, por usar la pena de muerte como "un arma de represión política". Este régimen tiene un historial empapado de sangre de intentos de aplastar violentamente cualquier forma de disentimiento o resistencia — con repentinas ejecuciones en masa de prisioneros políticos, como ocurrió en 1988.
Muchos prisioneros, sus familias y simpatizantes, a gran riesgo para su propia seguridad, han estado alzando su voz y exigiendo libertad para TODOS los prisioneros políticos.
La Asociación de Escritores de Irán (IWA) ha denunciado las ejecuciones de los prisioneros de conciencia, aunque se encuentra bajo una represión extrema. Después de pasar cinco años presa, Narges Mohammadi, defensora de derechos humanos, ha sido encarcelada de nuevo y sentenciada a otros ocho años y 74 latigazos. La persecución de la abogada Nasrin Sotoudeh, tema del documental NASRIN) y otros abogados defensores desafiantes es un ejemplo de esta pesadilla de detenciones y este implacable espíritu de resistencia.
En Irán, los prisioneros políticos enfrentan una emergencia inmediata y nefanda que les amenazan la vida.
Varios ciudadanos con doble nacionalidad de Europa, Australia y Estados Unidos se encuentran recluidos en el "pabellón político" de la tristemente célebre prisión de Evin en Teherán. Por ejemplo, Nahid Taghavi, ciudadana iraní-alemana, fue aislada durante 194 días, e interrogada en 80 ocasiones diferentes. A Mehran Raoof, ciudadano británico-iraní y activista de los derechos laborales, lo mantuvieron en régimen de aislamiento durante ocho meses, lo que se considera tortura.
Con cada vez más frecuencia, las prisioneras como Sepideh Gholian, están sometidas al traslado a prisiones más remotas, lo que limita su acceso a sus familias y abogados. Son reprimidos muchos miembros de la comunidad religiosa bahai y los pueblos kurdos y baluchis.
Hay que poner en libertad incondicional e inmediata a todos los prisioneros políticos en Irán.
Los gobiernos de Estados Unidos e Irán actúan en función de sus intereses nacionales. Y, en este caso, nosotros, la gente de Estados Unidos e Irán, junto con la gente del mundo, tenemos NUESTROS propios intereses compartidos, como parte de la consecución de un mundo mejor: unirnos para defender a los prisioneros políticos de Irán. En Estados Unidos tenemos una responsabilidad especial de unirnos muy ampliamente contra esta vil represión de la RII, y de oponernos activamente a cualquier maniobra bélica del gobierno de Estados Unidos que traiga aún más sufrimiento insoportable a la gente de Irán.